Número 61
Compro boliviano: los primeros pasos
Autor:
Elías Argandoña, Bishelly; Germán Huanca Luna
Año de edición: 2004
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Año de edición: 2004
Esta obra rescata una interesante iniciativa para la economía boliviana que ha consistido en la promoción de productos bolivianos, sean agrícolas o industriales, así como servicios, beneficiando de esta manera a muchos pequeños productores. Se trata de un análisis preliminar de los logros y limitaciones del proceso ya que este recién fue lanzado en 2004, año de la publicación del libro y el estudio se ha enfocado en los pequeños productores campesinos e indígenas con los que trabaja CIPCA.
Esta iniciativa se enmarcó en varias normas legales en torno a la promoción económica, adoptadas desde la segunda mitad del siglo XX. A ello se sumaron experiencias previas que apuntaban a favorecer la producción interna, como la campaña “Hecho en Bolivia”. Sin embargo, fue el Decreto Supremo 27328 (31.01.2004) sobre “Proceso de contratación de bienes, obras, servicios generales y de consultoría” el que definió en qué consistía el hecho de “comprar boliviano”, qué actores participarían en este proceso y cómo se reglamentaría esta actividad. Entre los actores del “Compro boliviano” se encuentran las instancias reguladoras (estatales), las instancias que demandan bienes y servicios (dentro del Estado), las que ofrecen bienes y servicios, todas ellas muy detallados en el libro. Asimismo, se describe las modalidades de contratación de acuerdo a los montos de los bienes y/o servicios. El libro también analiza cómo funcionó entonces el “Compro boliviano” a través de tres instrumentos específicos: la tarjeta empresarial, las ferias a la inversa y la certificación del costo bruto de producción.
Los resultados no se hicieron esperar y uno de los capítulos del libro está dedicado a ver las primeras cifras de este nuevo modo de comercializar la producción nacional, es decir cómo se realizaron las inversiones, qué procesos fueron adjudicados con el decreto, qué empresas participaron. Además, se destaca los aprendizajes del proceso y se identifica cómo podía mejorar el mismo, destacando medidas relacionadas con la difusión.
La mirada sobre el “Compro boliviano” llegó hasta el campo pues un capítulo está dedicado a estudios de caso en municipios rurales, destacando la oferta campesina e indígena de productos y examinando la postura de los gobiernos municipales. Para poder realizar esta evaluación, los autores se propusieron indagar los aspectos siguientes: la existencia de oferta campesina e indígena que cumpla con los requisitos para acceder a una licitación estatal; la existencia de una demanda por parte del Estado, específicamente de gobiernos municipales que apliquen el decreto; la existencia de condiciones básicas de información, sistemas financieros e instrumentos para la aplicación del “Compro Boliviano” (p.63). Los resultados de esta indagación señalan los avances logrados tanto por los productores como por los gobiernos municipales, así como lo que podría mejorar.
El libro no solo cuenta con una conclusión que resume los aportes del libro; también presenta recomendaciones concretas para mejorar esta iniciativa. Incluye varios anexos, numerosos cuadros y gráficos.
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Esta iniciativa se enmarcó en varias normas legales en torno a la promoción económica, adoptadas desde la segunda mitad del siglo XX. A ello se sumaron experiencias previas que apuntaban a favorecer la producción interna, como la campaña “Hecho en Bolivia”. Sin embargo, fue el Decreto Supremo 27328 (31.01.2004) sobre “Proceso de contratación de bienes, obras, servicios generales y de consultoría” el que definió en qué consistía el hecho de “comprar boliviano”, qué actores participarían en este proceso y cómo se reglamentaría esta actividad. Entre los actores del “Compro boliviano” se encuentran las instancias reguladoras (estatales), las instancias que demandan bienes y servicios (dentro del Estado), las que ofrecen bienes y servicios, todas ellas muy detallados en el libro. Asimismo, se describe las modalidades de contratación de acuerdo a los montos de los bienes y/o servicios. El libro también analiza cómo funcionó entonces el “Compro boliviano” a través de tres instrumentos específicos: la tarjeta empresarial, las ferias a la inversa y la certificación del costo bruto de producción.
Los resultados no se hicieron esperar y uno de los capítulos del libro está dedicado a ver las primeras cifras de este nuevo modo de comercializar la producción nacional, es decir cómo se realizaron las inversiones, qué procesos fueron adjudicados con el decreto, qué empresas participaron. Además, se destaca los aprendizajes del proceso y se identifica cómo podía mejorar el mismo, destacando medidas relacionadas con la difusión.
La mirada sobre el “Compro boliviano” llegó hasta el campo pues un capítulo está dedicado a estudios de caso en municipios rurales, destacando la oferta campesina e indígena de productos y examinando la postura de los gobiernos municipales. Para poder realizar esta evaluación, los autores se propusieron indagar los aspectos siguientes: la existencia de oferta campesina e indígena que cumpla con los requisitos para acceder a una licitación estatal; la existencia de una demanda por parte del Estado, específicamente de gobiernos municipales que apliquen el decreto; la existencia de condiciones básicas de información, sistemas financieros e instrumentos para la aplicación del “Compro Boliviano” (p.63). Los resultados de esta indagación señalan los avances logrados tanto por los productores como por los gobiernos municipales, así como lo que podría mejorar.
El libro no solo cuenta con una conclusión que resume los aportes del libro; también presenta recomendaciones concretas para mejorar esta iniciativa. Incluye varios anexos, numerosos cuadros y gráficos.
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